Un camino entre el miedo y el amor
Por Pedro “Peter” Czanyo (*)
En el año 2003 tuve cáncer de pulmón (adenocarcinoma) y me extirparon medio pulmón izquierdo. Cómo saber en esos tiempos que el camino que se abría frente a mis ojos giraría entre el miedo y el amor.
Cáncer es un diagnóstico difícil pero algo en mí despertó la pasión por las montañas y me dije que escalaría el Aconcagua. Claro que era una locura, una utopía, un imposible pero, ¿acaso no es maravilloso emocionarnos por enormes sueños y seguirlos? Yo lo creí posible y comencé a entrenar corriendo alrededor de la quinta presidencial. En lugar del miedo al cáncer se fue despertando el amor por las aventuras. No se trata si nos quedamos mucho o poco en esta vida sino que se trata de vivir con intensidad y pasión el camino que recorremos.
Después de 6 años y varias montañas fui por el Aconcagua que me permitió llegar a 6000 metros (tiene 6962) y las aventuras se hicieron un estilo de vida. Corrí 4 Cruces de Los Andes (100 km en 3 días), corrí en el desierto de Atacama y me animé a correr las Maratones de Berlín y de Chicago.
Cáncer y miedo lentamente fueron quedando atrás y el centro de mi vida fue el amor por mis hijas, el camino que recorría, las montañas, las aventuras, los amigos. Aprendí a vivir. Y ese “aprender” se construye cada día de nuestra vida. También pude crear la Fundación Pacientes de Cáncer de Pulmón para ayudar a quienes necesitan aliento y esperanza. Tengo una visión especial de las enfermedades y creo que hay poco por combatir y mucho por aceptar y comprender.
Este año me convocaron al proyecto solidario llamado “Summit Aconcagua”. Un grupo maravilloso de 11 participantes que en la vida usó el deporte como herramienta de superación, irían en busca del Aconcagua y llevarían la bandera de los JJOO de la Juventud. El clima muy frío (noches de -25 grados) me permitió llegar a 6000 metros (Cólera) y a esa altura tuve una trombosis en brazo y pierna. Ignoro de dónde saqué las fuerzas para bajar, pero la montaña me permitió regresar a casa. Me operaron de urgencia.
Alguna vez me preguntaron qué había tan arriba en las montañas: no hay nada ahí que no llevemos nosotros mismos en nuestra pesada mochila de miedos, angustias y apegos. Ahí nos podemos ver con otros ojos. ¿Lo próximo? Tal vez la maratón de New York (salí sorteado pero necesito el pasaje) o el imponente Kilimanjaro en África o hacia el lugar que el corazón y la vida me lleven.
(*) Declarado Vecino Destacado de Vicente López por el Honorable Concejo Deliberante.